Las canicas rojas

 

Durante los años de la Depresión en EEUU, una época marcada por el hambre, yo solía productos ir a menudo a una granja donde encontraba productos frescos. Un día, el señor Roberts estaba atendiendo a un niño frágil y con la ropa limpia pero muy desgastada. El pequeño apartaba la vista de unos guisantes que había en el mostrador y Roberts le dijo: "¿Te gustaría llevar algunos a casa?". El niño declinó la oferta: "No tengo dinero, solo mi canica más valiosa". Pero el granjero le entregó una bolsa llena de guisantes, diciéndole: "Es muy bonita, pero a mí me gustan las rojas. Llévate esto y, la próxima vez que vengas, tráeme una canica roja".

Según me explicó la señora Roberts, su marido siempre hacía eso con los niños más pobres del pueblo y, cuando volvían con la canica roja, les daba más comida y les pedía una de otro color. Años después, cuando Roberts falleció, asistí a su funeral y vi a tres hombres jóvenes muy bien vestidos que se acercaron a darle un cariñoso abrazo a la viuda. Eran tres niños a los que el granjero ayudó, que venían a "pagar" su deuda. La señora Roberts levantó los dedos sin vida de su esposo y debajo había tres canicas rojas. No olvidéis esto: no seremos recordados por nuestras palabras sino por nuestras acciones.

Cultura del envase

 


Primer burócrata

 "Seguramente Noé fue el primer burócrata: todo lo archivó por duplicado".  Robert Orben



El vaso de agua

 


Durante una de sus sesiones, una psicóloga cogió un vaso de agua, lo levantó y preguntó: "¿Cuánto pesa este vaso?". Las respuestas de sus pacientes variaron y unos dijeron 100 gramos y otros, 250, pero ella respondió: "El peso absoluto no es importante. El que realmente importa es el percibido, que depende de cuánto tiempo cojamos el vaso. Si lo sostengo un minuto, no será un problema y pesará poco. En cambio, si lo aguanto más de una hora, el brazo me dolerá, y si lo hago durante todo un día, el peso será insoportable". Y añadió: "El vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, se vuelve más pesado y difícil de aguantar".

A continuación, les explicó que nuestras preocupaciones son como el vaso de agua. "Si piensas en ellas un rato,no pasa nada, pero si las recuerdas constantemente, durante todo el día, acabarás paralizándote y te sentirás incapaz de hacer nada al respecto. ¡Acordaos de soltar el vaso!", concluyó.

Aunque es importante ser conscientes de las dificultades, hay que tener en cuenta que preocuparnos en exceso y pensar solo en los problemas agota emocionalmente, absorbe toda nuestra energía y nos deja sin fuerzas para actuar. Así que hay que aprender a dejar el vaso a tiempo.

Demasiado tarde o demasiado temprano

 "A las cuatro de la mañana nunca se sabe si es demasiado tarde o demasiado temprano".



Soñar

 "Soñar no cuesta nada, lo que cuesta es levantarse".



El asno y el lobo

 

Un asno estaba plácidamente comiendo hierba en un prado cuando observó que, desde lejos, un lobo venía corriendo hacia él con un único propósito: hincarle los dientes. Cuando lo tuvo cerca, empezó a hacerse el cojo. El lobo, que siempre quería enterarse de todo, se dirigió al cuadrúpedo y, antes de saciar su hambre con él, le preguntó qué le pasaba en la pata que la iba arrastrando.

El asno vio en el interés del lobo una oportunidad de escaparse y continuó con su farsa, explicándole que cuando pasaba junto a un seto había rozado una de las espinas que había cerca del suelo y se la había clavado. Tras lamentarse de su mala suerte, le sugirió al lobo que, si en realidad tenía intención de zampárselo, era preferible que le arrancara la espina no fuese que, cuando empezara a engullirlo, se le clavase en la garganta.

Totalmente confiado en la bondad del asno, el lobo se dispuso a quitarle la espina cuando, sin esperárselo, recibió una fuerte coz que le rompió varios dientes. Tras ver cómo se escapaba trotando el astuto asno, el lobo pensó: "Me está bien empleado por meterme a médico cuando mi padre sólo me enseñó el oficio de carnicero".


Recuerdo en el ojo

 "No estoy llorando, solo se me metió un recuerdo en el ojo".



10 mujeres

"10 de cada 10 mujeres, esperan que vayan detrás de ellas cuando se van enojadas".