Inteligente

 


La sal de la vida

 


El anciano maestro hindú estaba ya cansado de escuchar las constantes quejas de su aprendiz, así que pensó que debía enseñarle algo que le hiciera recapacitar. Una mañana, le pidió que le trajera sal y, cuando regresó, el maestro le dijo que echara un puñado en un vaso de agua y que, a continuación, se la bebiera.

"¿Cómo sabe ahora el agua?", preguntó el sabio anciano. "Muy salada", respondió el discípulo poniendo cara de asco. Aguantándose la risa, el maestro le indicó que repitiera la acción, pero en lugar de tirar la sal en un vaso lo hiciera un un lago. Caminaron sin prisas hacia un gran lago situado en medio de un vergel a las afueras de su aldea y cuando el discípulo cumplió la orden, el venerable maestro le pidió que bebiese.

"¿A qué te sabe ahora?", le preguntó. Y el aprendiz le respondió: "Esta agua está fresquísima. No sabe nada a sal, es una delicia para el paladar". Entonces, el maestro, cogiéndole las manos a su discípulo, le dijo: "El dolor de la vida es pura sal. Siempre hay la misma cantidad, sin embargo su sabor depende del recipiente que contiene la pena. Por eso, cuando te aflijan las adversidades de la vida, agranda el sentido de las cosas. Deja de ser un vaso y conviértete en un lago".


Sabios e ignorantes

 "El "etcétera" es el descanso de los sabios y la excusa de los ignorantes".

  Enrique Jardiel Poncela



Consejo del día


 

El tesoro más preciado

 


Érase una vez un rey apuesto y ejemplar en su comportamiento que muchas cortesanas del lugar querían conquistar, pero él solo las veía como seres ambiciosos y frívolos. Un día, anunció que había llegado el momento de escoger a su consorte y que la que le trajese el tesoro más valioso se convertiría en su esposa y reina de todos sus súbditos.

Los salones de palacio empezaron a llenarse de ricos objetos de oro y plata, enormes piedras preciosas engarzadas en joyas incomparables, finas porcelanas jamás vistas... Ninguno de esos presentes llamaron la atención del monarca, pero, de pronto, llegó ante él una humilde muchacha con las manos vacías. "Mi señor, no dispongo de riquezas, lo único que puedo ofreceros es mi tiempo. Tiempo para amaros, para escucharos y respetaros. Tiempo para estar junto a vos en los buenos momentos y en los malos", dijo la joven.

Estas palabras conmovieron tanto al rey, que decidió casarse con la muchacha. Y para anunciarlo, dijo: "Todas intentaron deslumbrarme con bienes materiales que el dinero puede comprar. Pero solo esta joven supo ofrecerme el bien más simple y preciado: su propio tiempo". Por eso, no lo dudemos ni un instante y regalemos nuestro tiempo a quienes más queremos.


Los vagos

 ·"Tengo una duda: ¿Los vagos vamos al cielo o nos vienen a buscar?".



Practicar Positivo

 


La ingeniosa hormiga

 


Disfruto mucho paseando por el monte y observando cómo los animales se las apañan para lograr sobrevivir con los recursos que les brinda la naturaleza y, sobre todo, con su instinto y su ingenio. Les contaré la historia de una diminuta hormiga que salvó a todas sus compañeras.

Las hormigas estaban recogiendo comida cerca de un riachuelo y, casi sin tiempo a reaccionar, el nivel del agua empezó a subir rápidamente debido al deshielo provocado por las altas temperaturas de esa primavera. Mientras la mayoría de los insectos abandonaban lo que llevaban a cuestas y huían a toda prisa, una hormiga que cargaba una pajita seis veces mayor que ella siguió con su trabajo. De repente, todo el grupo quedó atrapado ante una gran grieta que era imposible saltar. Pero nuestra pequeña hormiga se detuvo y, habilidosamente, colocó la pajita, apoyada por los extremos, sobre el abismo. Así, pudieron atravesarlo todas sus amigas y salvaron sus vidas.

La hormiga supo convertir la pesada carga en un puente y así le fue posible continuar con su viaje. Del mismo modo, muchas personas nos demuestran cada día que los problemas y las pruebas que sobrellevan pueden convertirse en peldaños que les ayudarán a triunfar en la vida.


El dinero y la felicidad

 "El dinero no trae la felicidad, pero cuando se va, se la lleva".



Bienaventurados

 "Bienaventurados los borrachos porque ellos verán a Dios dos veces".



La paciencia


 

Los dos hermanos

 


Dos hermanos, Juan y Pedro, mantenían una buena relación pero apenas se veían. Un día, el primero de ellos se encontró con un amigo común que le dijo que Pedro no estaba en su mejor momento, en el trabajo no le iban bien las cosas y su mujer estaba enferma y no podía cuidar a sus hijos como querría. Viendo la gravedad del asunto, Juan hizo las maletas y se presentó por sorpresa en casa de Pedro.

Cuando llegó, se dieron un fuerte abrazo y Juan le contó que se había quedado sin hogar por culpa de un incendio y que le habían despedido del trabajo, por lo que le pedía que le acogiese en casa. Él le pagaría por ello y, además, cuidaría de sus hijos. Así las cosas, Pedro pudo dedicarse de lleno al trabajo y, como era un gran profesional, pronto ascendió hasta un cargo muy bien remunerado. Por su parte, la mujer se restableció y volvió a ser un ama de casa ejemplar.

Resueltos los problemas, Pedro le dijo a su hermano que ya no le cobraría y que le buscaría un buen empleo. La respuesta  de éste le dejó descolocado: "En realidad, no me hace falta el dinero porque soy millonario. Si te hubiese ayudado económicamente no habrías valorado lo que te ha costado recuperarte, pues lo que se consigue sin esfuerzo se pierde rápidamente".


Las tortugas saben volar

 "En realidad las tortugas saben volar, lo que pasa es que son tan lentas que no consiguen despegar".