La princesa de fuego


Hubo una vez una princesa rica, bella y sabia como ninguna. Cansada de pretendientes falsos, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero. El palacio se llenó de obsequios de todas clases. Y, entre ellos, descubrió una piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. Se trataba de un joven que le dijo: "Esto es lo más valioso que os puedo entregar. Es mi corazón, duro como una piedra. Solo cuando se llene de amor, será más tierno que ningún otro". La princesa quedó tan enamorada que no se separaba de la piedra y, durante meses, llenó de obsequios y atenciones al joven, pero éste seguía siendo duro como la piedra que le había regalado. Desanimada, un día, arrojó la piedra al fuego. Al momento, vio cómo se deshacía la arena que la cubría y de su interior salía una bella figura de oro. Entonces, comprendió que ella tendría que ser como el fuego, para separar lo inútil de lo importante. Y así,  se propuso cambiar su reino: acabó con lo innecesario, las joyas, el lujo y los excesos, y libros. Todo el mundo estaba encantado con la princesa, que convirtiendo su reino en un mundo mejor, logró que el corazón del joven se ablandara y le hiciera feliz hasta el fin de sus días.


Brindis


 

Preguntas

 "No existen preguntas sin respuesta, solo preguntas mal formuladas".



La madre loca

 

En una recóndita aldea, vivían dos hermanas jóvenes que no habían podido ser madres y que se sentían desdichadas por ello pues, según un dicho del lugar, "la mujer sin hijos es una fuente de desgracias para todos". Un día llegó allí una anciana que, de puerta en puerta, pedía algo de comer. Las mujeres le abrieron su casa y la colmaron de atenciones. Antes de marcharse, la viejecita les preguntó que si no tenían hijos, pues reinaba un silencio sepulcral en aquel hogar. "No, nosotras no hemos tenido esa suerte", le respondieron.

Viéndolas tan tristes, la anciana les dijo: "Yo tengo una medicina para tener hijos, pero tras dar a luz, la mujer se vuelve loca". Una de las mujeres le confesó que a ella no le importaría tomarla si su sueño de ser madre se hiciese real, por lo que la viejecita le dio a tomar su remedio.

Pasaron unos años y la anciana regresó a la aldea y se encontró con las dos mujeres jóvenes. La que no quiso su medicina le soltó el siguiente reproche: "Tú nos dijiste que quien la tomara se volvería loca, pero mi hermana fue madre y no enfermó". A lo que la sabia abuela respondió: "Lo que yo quise decir es que una madre llorará y reirá por su criatura, la castigará y amará. Eso es ser madre y volverse loca".


Disfruta Cada Día

Círculo vicioso

 "Dibuja un círculo, después acarícialo y se convertirá en un círculo vicioso". Gracie Allen



Las canicas rojas

 

Durante los años de la Depresión en EEUU, una época marcada por el hambre, yo solía productos ir a menudo a una granja donde encontraba productos frescos. Un día, el señor Roberts estaba atendiendo a un niño frágil y con la ropa limpia pero muy desgastada. El pequeño apartaba la vista de unos guisantes que había en el mostrador y Roberts le dijo: "¿Te gustaría llevar algunos a casa?". El niño declinó la oferta: "No tengo dinero, solo mi canica más valiosa". Pero el granjero le entregó una bolsa llena de guisantes, diciéndole: "Es muy bonita, pero a mí me gustan las rojas. Llévate esto y, la próxima vez que vengas, tráeme una canica roja".

Según me explicó la señora Roberts, su marido siempre hacía eso con los niños más pobres del pueblo y, cuando volvían con la canica roja, les daba más comida y les pedía una de otro color. Años después, cuando Roberts falleció, asistí a su funeral y vi a tres hombres jóvenes muy bien vestidos que se acercaron a darle un cariñoso abrazo a la viuda. Eran tres niños a los que el granjero ayudó, que venían a "pagar" su deuda. La señora Roberts levantó los dedos sin vida de su esposo y debajo había tres canicas rojas. No olvidéis esto: no seremos recordados por nuestras palabras sino por nuestras acciones.

Cultura del envase

 


Primer burócrata

 "Seguramente Noé fue el primer burócrata: todo lo archivó por duplicado".  Robert Orben



El vaso de agua

 


Durante una de sus sesiones, una psicóloga cogió un vaso de agua, lo levantó y preguntó: "¿Cuánto pesa este vaso?". Las respuestas de sus pacientes variaron y unos dijeron 100 gramos y otros, 250, pero ella respondió: "El peso absoluto no es importante. El que realmente importa es el percibido, que depende de cuánto tiempo cojamos el vaso. Si lo sostengo un minuto, no será un problema y pesará poco. En cambio, si lo aguanto más de una hora, el brazo me dolerá, y si lo hago durante todo un día, el peso será insoportable". Y añadió: "El vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, se vuelve más pesado y difícil de aguantar".

A continuación, les explicó que nuestras preocupaciones son como el vaso de agua. "Si piensas en ellas un rato,no pasa nada, pero si las recuerdas constantemente, durante todo el día, acabarás paralizándote y te sentirás incapaz de hacer nada al respecto. ¡Acordaos de soltar el vaso!", concluyó.

Aunque es importante ser conscientes de las dificultades, hay que tener en cuenta que preocuparnos en exceso y pensar solo en los problemas agota emocionalmente, absorbe toda nuestra energía y nos deja sin fuerzas para actuar. Así que hay que aprender a dejar el vaso a tiempo.

Demasiado tarde o demasiado temprano

 "A las cuatro de la mañana nunca se sabe si es demasiado tarde o demasiado temprano".



Soñar

 "Soñar no cuesta nada, lo que cuesta es levantarse".



El asno y el lobo

 

Un asno estaba plácidamente comiendo hierba en un prado cuando observó que, desde lejos, un lobo venía corriendo hacia él con un único propósito: hincarle los dientes. Cuando lo tuvo cerca, empezó a hacerse el cojo. El lobo, que siempre quería enterarse de todo, se dirigió al cuadrúpedo y, antes de saciar su hambre con él, le preguntó qué le pasaba en la pata que la iba arrastrando.

El asno vio en el interés del lobo una oportunidad de escaparse y continuó con su farsa, explicándole que cuando pasaba junto a un seto había rozado una de las espinas que había cerca del suelo y se la había clavado. Tras lamentarse de su mala suerte, le sugirió al lobo que, si en realidad tenía intención de zampárselo, era preferible que le arrancara la espina no fuese que, cuando empezara a engullirlo, se le clavase en la garganta.

Totalmente confiado en la bondad del asno, el lobo se dispuso a quitarle la espina cuando, sin esperárselo, recibió una fuerte coz que le rompió varios dientes. Tras ver cómo se escapaba trotando el astuto asno, el lobo pensó: "Me está bien empleado por meterme a médico cuando mi padre sólo me enseñó el oficio de carnicero".


Recuerdo en el ojo

 "No estoy llorando, solo se me metió un recuerdo en el ojo".



10 mujeres

"10 de cada 10 mujeres, esperan que vayan detrás de ellas cuando se van enojadas".



Copiar a los demás

 


El elefante y la alondra

 

Esta es la historia de un elefante y una alondra que eran muy buenos amigos. Por ello, el ave le mostraba al paquidermo los lugares más sombreados para descansar y, como agradecimiento, el elefante protegía con su imponente presencia el nido de la alondra del ataque de serpientes y ardillas rapaces.

Un día que estaban conversando junto a la orilla del río, el elefante le confesó a su amiga: "No sabes la envidia que te tengo por no poder volar como tú y conocer lugares lejanos". En respuesta, la alondra le dio una gran alegría asegurándole que eso era mucho más fácil de lo que se imaginaba. Arrancándose con el pico una pluma de la cola que estaba a punto de caérsele le dijo: "Aprieta fuerte esta pluma en tu boca y agita con velocidad las orejas arriba y abajo".

Dicho y hecho. El elefante batió sus enormes orejas con fuerza y empezó a elevarse lentamente por los aires hasta que, casi sin darse cuenta, notó cómo dominaba el vuelo.

Tras recorrer mundo, el elefante volvió y agradeció a la alondra que le hubiese regalado esa pluma milagrosa. Y la inteligente ave le respondió: "La verdad es que esa pluma no vale para nada, pero tenía que darte algo para que creyeras en ti, aunque tú habrías volado de todos modos".


Azúcar

 "El azúcar no engorda, el que engorda es el que se lo toma".



Decir y sentir

 "Decir lo que sentimos; sentir lo que decimos; concordar las palabras con la vida".  Séneca




Compartir soledad


 

Las dos ranas


Un grupo numeroso de ranas iban paseando por el bosque cuando, de repente, dos de ellas cayeron en un profundo pozo. En ese momento, todas las ranas pensaron que no habría manera de salvar a sus compañeras y que allí habían acabado sus días. Por eso, desesperadas y angustiadas, no paraban de gritarles: "¡No podréis salir de ahí!, ¡dejad de saltar, no tiene sentido!".

Pero las pobres no hacían caso a esos gritos de desaliento que sólo conseguían minar sus cada vez más escasas fuerzas. De hecho, uno de los anfibios pronto se desanimó, paró de saltar y se ahogó. La otra rana no se dejó vencer y siguió salta que te salta pese a los agoreros gritos de sus congéneres: "¡No lograrás salir del pozo!".

Finalmente, la rana salvó su vida. Pero fue gracias a que era sorda y pensó que las demás, con sus gestos y gritos, la estaban animando a seguir esforzándose para salir del hoyo. Y es que una palabra de aliento puede sacar adelante a alguien que se encuentre desanimado y una palabra destructiva puede desmoralizar hasta al más optimista.



 

Lengua y pensamiento

 "No corra tu lengua más que tu pensamiento".   Quilón



Nadie es indispensable


 

La oruga

 


Una oruga iba caminando un día hacia una gran montaña cuando un saltamontes le preguntó: "¿A dónde vas?". Sin dejar de caminar, la oruga contestó: "Soñé que subía a la montaña y, desde allí, veía todo el valle. Me gustó lo que vi y he decidido realizarlo". La langosta le dijo: "¡Debes de estar loca! ¿Cómo llegarás allí' Para ti, un charco es como un lago y una piedra, una colina infranqueable...". Pero la oruga no le escuchó. Más adelante, también un topo, una araña y una rana le aconsejaron desistir. "Nunca podrás realizar tu sueño", le avisaron. Agotada y sin fuerzas, la oruga paró para descansar y construyó un lugar en el que pernoctar: "Mañana estaré mejor", dijo justo antes de morir. Al enterarse de la noticia, los animales del valle fueron a ver sus restos: ahí estaba el más loco de todos, que había muerto por un sueño mientras dormía en su refugio. Pero de pronto, la construcción se quebró y surgió una hermosa mariposa que salió volando hacia la montaña. Todos se habían equivocado. Siempre tenemos que intentar conseguir nuestros sueños y, si vemos que no podemos, tal vez debamos detenernos para hacer un cambio radical en nuestra vida. No olvidemos que el éxito en la vida no se mide por los logros, sino por los obstáculos que hemos tenido que superar en el camino.


Palabras que duelen

"Hay palabras que duelen como una mordedura. Son palabras imposibles de perdonar u olvidar."

Sándor Márai




Llover


 

El león y los tres bueyes

 


Había, hace tiempo inmemorial, tres bueyes que eran tan amigos que siempre salían a pastar juntos y así permanecían todo el día. En la misma colina, vivía un león hambriento que solo deseaba hincarles el diente. Pero como siempre eran una piña, resultaba imposible atacarlos sin salir malherido del enfrentamiento.

Transcurrieron unos días y, por fin, el león creyó haber encontrado el plan perfecto para separar a los tres bueyes y lograr su propósito. Se dedicó a contarles, uno por uno, mentiras e infundios sobre los otros, con el único y perverso fin de enemistarlos. Y tan persuasivo fue el felino que, al día siguiente, los bueyes salieron a pastar por separado, desconfiando de sus amigos sin haber comprobado, en ningún momento, si lo que aseguraba el león sobre ellos era cierto o no.

Cuando el león llegó al prado donde pastaban y vio que estaban separados por centenares de metros, se atrevió a atacarlos y, sin demasiado esfuerzo, les dio muerte.

Si hubiesen permanecido juntos y ajenos a las habladurías, si hubieran hecho oídos sordos de las opiniones falsas sobre sus amigos, aún estarían vivos. Porque la unión hace la fuerza y la discordia la debilita.


Palabras y sentido

 "Preocúpate del sentido y las palabras saldrán por cuenta propia".  

Lewis Carrol



Las desilusiones


 

La perla y la ostra

 



Un maestro le explicaba a su alumno más aplicado cuál es el origen de las perlas: "Son uno de los objetos más bellos de la naturaleza pero, paradójicamente, son fruto del dolor, de la herida causada en su interior por la entrada de una sustancia extraña. Solo hace falta que un diminuto grano de arena se introduzca en la concha para que las células del nácar que las recubre por dentro comiencen a hacer su lento trabajo cubriendo, capa tras capa, el cuerpo invasor para proteger la parte indefensa de la ostra. El resultado de esa "herida cicatrizada" será la perla".

"A los humanos nos sucede algo muy parecido -continuó el profesor ante la cara de extrañeza del alumno-. Hay gente que puede decirnos palabras ofensivas. En otras ocasiones, nos acusarán de haber dicho cosas que jamás salieron de nuestra boca. Incluso podemos ser objeto de otra forma de rechazo, la indiferencia. Todo eso son heridas que nos producirán mucho dolor". "¿Y qué debemos hacer nosotros para protegernos?", le preguntó el muchacho. A lo que el sabio maestro respondió: "Lo que debes hacer es fabricar tu propia perla. Cubriendo cada una de tus heridas de amor, perdonando y comprendiendo, transformarás ese dolor en algo muy valioso".

Comunicación

 "Comunicación es entrar en contacto con el otro. Otro que, obviamente, por ser otro es diferente". 

Jorge Bucay



Las personas calladas


 

El puercoespín

 


En la Edad de Hielo las gélidas temperaturas ocasionaron la muerte de muchos animales. Los puercoespines, viendo a otras especies desaparecer de la faz de la Tierra, decidieron combatir el frío ambiente uniéndose en grupos para darse calor y protegerse entre sí. Lo que no habían tenido en cuenta es que sus afiladas púas hacían que los compañeros más cercanos, a los que transmitían su calor, también eran los que sufrían más pinchazos y heridas, por lo que acabaron alejándose unos de otros y empezaron a morir congelados.

Esta terrible situación les obligó a tomar una decisión: o aceptaban el inconveniente de las espinas de sus congéneres o se verían condenados a desaparecer como especie. Con mucha sabiduría, decidieron que volverían a convivir estrechamente y a tolerar los inconvenientes causados por las pequeñas heridas que la relación con los más cercanos podían ocasionar. A cambio, obtendrían el calor necesario para sobrevivir.

Esto nos debería hacer reflexionar a los humanos. Porque la mejor relación no es la que se establece entre personas perfectas, sino aquella en la que cada uno aprende a convivir con los defectos de los demás, sin, por este motivo, dejar de admirar sus cualidades.


Valor y prudencia

 "Hay un momento para el valor y otro para la prudencia y el que es inteligente los distingue".

 Robin Williams




Inteligente

 


La sal de la vida

 


El anciano maestro hindú estaba ya cansado de escuchar las constantes quejas de su aprendiz, así que pensó que debía enseñarle algo que le hiciera recapacitar. Una mañana, le pidió que le trajera sal y, cuando regresó, el maestro le dijo que echara un puñado en un vaso de agua y que, a continuación, se la bebiera.

"¿Cómo sabe ahora el agua?", preguntó el sabio anciano. "Muy salada", respondió el discípulo poniendo cara de asco. Aguantándose la risa, el maestro le indicó que repitiera la acción, pero en lugar de tirar la sal en un vaso lo hiciera un un lago. Caminaron sin prisas hacia un gran lago situado en medio de un vergel a las afueras de su aldea y cuando el discípulo cumplió la orden, el venerable maestro le pidió que bebiese.

"¿A qué te sabe ahora?", le preguntó. Y el aprendiz le respondió: "Esta agua está fresquísima. No sabe nada a sal, es una delicia para el paladar". Entonces, el maestro, cogiéndole las manos a su discípulo, le dijo: "El dolor de la vida es pura sal. Siempre hay la misma cantidad, sin embargo su sabor depende del recipiente que contiene la pena. Por eso, cuando te aflijan las adversidades de la vida, agranda el sentido de las cosas. Deja de ser un vaso y conviértete en un lago".


Sabios e ignorantes

 "El "etcétera" es el descanso de los sabios y la excusa de los ignorantes".

  Enrique Jardiel Poncela



Consejo del día


 

El tesoro más preciado

 


Érase una vez un rey apuesto y ejemplar en su comportamiento que muchas cortesanas del lugar querían conquistar, pero él solo las veía como seres ambiciosos y frívolos. Un día, anunció que había llegado el momento de escoger a su consorte y que la que le trajese el tesoro más valioso se convertiría en su esposa y reina de todos sus súbditos.

Los salones de palacio empezaron a llenarse de ricos objetos de oro y plata, enormes piedras preciosas engarzadas en joyas incomparables, finas porcelanas jamás vistas... Ninguno de esos presentes llamaron la atención del monarca, pero, de pronto, llegó ante él una humilde muchacha con las manos vacías. "Mi señor, no dispongo de riquezas, lo único que puedo ofreceros es mi tiempo. Tiempo para amaros, para escucharos y respetaros. Tiempo para estar junto a vos en los buenos momentos y en los malos", dijo la joven.

Estas palabras conmovieron tanto al rey, que decidió casarse con la muchacha. Y para anunciarlo, dijo: "Todas intentaron deslumbrarme con bienes materiales que el dinero puede comprar. Pero solo esta joven supo ofrecerme el bien más simple y preciado: su propio tiempo". Por eso, no lo dudemos ni un instante y regalemos nuestro tiempo a quienes más queremos.


Los vagos

 ·"Tengo una duda: ¿Los vagos vamos al cielo o nos vienen a buscar?".



Practicar Positivo

 


La ingeniosa hormiga

 


Disfruto mucho paseando por el monte y observando cómo los animales se las apañan para lograr sobrevivir con los recursos que les brinda la naturaleza y, sobre todo, con su instinto y su ingenio. Les contaré la historia de una diminuta hormiga que salvó a todas sus compañeras.

Las hormigas estaban recogiendo comida cerca de un riachuelo y, casi sin tiempo a reaccionar, el nivel del agua empezó a subir rápidamente debido al deshielo provocado por las altas temperaturas de esa primavera. Mientras la mayoría de los insectos abandonaban lo que llevaban a cuestas y huían a toda prisa, una hormiga que cargaba una pajita seis veces mayor que ella siguió con su trabajo. De repente, todo el grupo quedó atrapado ante una gran grieta que era imposible saltar. Pero nuestra pequeña hormiga se detuvo y, habilidosamente, colocó la pajita, apoyada por los extremos, sobre el abismo. Así, pudieron atravesarlo todas sus amigas y salvaron sus vidas.

La hormiga supo convertir la pesada carga en un puente y así le fue posible continuar con su viaje. Del mismo modo, muchas personas nos demuestran cada día que los problemas y las pruebas que sobrellevan pueden convertirse en peldaños que les ayudarán a triunfar en la vida.


El dinero y la felicidad

 "El dinero no trae la felicidad, pero cuando se va, se la lleva".



Bienaventurados

 "Bienaventurados los borrachos porque ellos verán a Dios dos veces".



La paciencia


 

Los dos hermanos

 


Dos hermanos, Juan y Pedro, mantenían una buena relación pero apenas se veían. Un día, el primero de ellos se encontró con un amigo común que le dijo que Pedro no estaba en su mejor momento, en el trabajo no le iban bien las cosas y su mujer estaba enferma y no podía cuidar a sus hijos como querría. Viendo la gravedad del asunto, Juan hizo las maletas y se presentó por sorpresa en casa de Pedro.

Cuando llegó, se dieron un fuerte abrazo y Juan le contó que se había quedado sin hogar por culpa de un incendio y que le habían despedido del trabajo, por lo que le pedía que le acogiese en casa. Él le pagaría por ello y, además, cuidaría de sus hijos. Así las cosas, Pedro pudo dedicarse de lleno al trabajo y, como era un gran profesional, pronto ascendió hasta un cargo muy bien remunerado. Por su parte, la mujer se restableció y volvió a ser un ama de casa ejemplar.

Resueltos los problemas, Pedro le dijo a su hermano que ya no le cobraría y que le buscaría un buen empleo. La respuesta  de éste le dejó descolocado: "En realidad, no me hace falta el dinero porque soy millonario. Si te hubiese ayudado económicamente no habrías valorado lo que te ha costado recuperarte, pues lo que se consigue sin esfuerzo se pierde rápidamente".


Las tortugas saben volar

 "En realidad las tortugas saben volar, lo que pasa es que son tan lentas que no consiguen despegar".



Olvidar y Recordar

 


El zar y la camisa

 


El zar se encontraba enfermo y, preocupado por los malos pronósticos que le habían dado, reunió a sus súbditos y les dijo: "Daré la mitad de mi reino a quien me cure". Los sabios de la corte se reunieron a deliberar, pero por más vueltas que le dieron no encontraban la solución. De repente, uno de ellos se levantó y les propuso lo siguiente: "Si encontramos a un hombre feliz, que le compren la camisa y que el zar se la ponga. Eso le curará". Enseguida salieron de palacio emisarios en busca de ese hombre feliz, aunque no aparecía. Unos eran ricos pero estaban enfermos; otros gozaban de una salud de hierro, pero eran pobres como las ratas; también los había que, ricos y sanos, se quejaban de su mujer o de su hijo...

Una tarde que el hijo del zar había salido a cazar con unos amigos, pasó por delante de una humilde cabaña y escuchó lo siguiente: "Hoy he trabajado y he comido bien. Me puedo ir a la cama satisfecho y feliz". Al momento, quiso conocer a ese hombre y comprarle la camisa, pero resultó ser tan pobre que ni camisa tenía. Esto nos debería hace reflexionar que la felicidad no está en las riquezas materiales ni en desear lo que no tenemos, sino en agradecer cada día lo que la vida nos ofrece, aunque pueda parecer insignificante.


Vela por tus pensamientos y palabras

 "Vela por tus pensamientos cuando estés solo y por tus palabras cuando estés con los demás".  Epícteto



Nunca dejes de bailar

 


Cómo arreglar el mundo

 


Un científico se pasaba las horas encerrado en su estudio, preocupado en resolver los problemas del mundo. Un día, irrumpió su hijo, de 6 años, con la intención de ayudar a papá en su trabajo. Tras intentar, sin resultado, que el pequeño volviese a su cuarto para entretenerse con sus juguetes, el científico pensó una estrategia para tenerlo distraído un largo rato. Así, arrancó un mapamundi de una revista y lo cortó en muchos trozos con unas tijeras. Después se los entregó, junto con un rollo de cinta adhesiva, diciéndole: "¿Te gustan los rompecabezas? Te daré el mundo para que lo arregles. ¡Está roto! A ver si puedes recomponerlo".

El científico creyó que tendría entretenido a su hijo toda la tarde, pero cuál fue su sorpresa cuando, un poco más de una hora, el niño ya había resuelto el reto a la perfección. "Tú no habías visto jamás este mapa, hijo mío. Así pues, ¿cómo lograste colocar todas las piezas en su sitio?", le preguntó sin salir del asombro. "Es verdad, papá, pero cuando arrancaste la hoja de la revista vi que por la otra cara había un hombre, que sí sé cómo es. Así, encajé las piezas y, al girar la hoja, había arreglado el mundo". Y es que la solución a todos los problemas del mundo está en el hombre.000


Celebridad

 "Una celebridad es una persona que trabaja toda su vida para ser conocida, entonces se pone gafas oscuras para evitar ser reconocida". 

Fred Allen



No tener enemigos

 


El punto negro

 


Un día la maestra entró en el aula y les dijo a sus alumnos que iban a hacer un examen sorpresa. Pese al nerviosismo que cundió entre los muchachos, fue repartiendo una hoja a cada uno con la parte frontal hacia abajo. Cuando terminó, la profesora les permitió girar el folio y vieron que era una superficie completamente en blanco, a excepción de un punto negro en el centro.

Viendo las caras de extrañeza de los alumnos, la maestra les dijo: "Tenéis que escribir una redacción sobre lo que veis en este papel". Cuando hubieron terminado, se puso a revisar los textos y todos, sin excepción, hablaban del pinto negro de diferentes maneras.

Cuando acabó de leerlos, se dirigió a los niños con estas palabras: "Mi pretensión es que este examen sea para todos una lección de vida. Ninguno de vosotros ha hablado de la parte blanca del folio, que es la que ocupa mayor espacio, sino que os habéis centrado en el punto negro. Eso mismo es lo que nos pasa cada día: solemos fijarnos en los minúsculos pintos negros y no vemos todo lo demás, que es blanco. La vida está llena de amor, amistad y cosas maravillosas. Hay motivos para ser feliz, no os obsesionéis con las desgracias y fracasos".


Gordura y personalidad

 "La única razón por la que estoy gordo es porque este pequeño cuerpo no puede aguantar tal personalidad".



No te enamores

 


La llama interior

 


Había una vez un rey de la India espectacularmente rico, que, pese a ello, se mostraba indiferente a cualquier bien material por más precioso que éste fuera y solo se preocupaba de cultivar una profunda religiosidad.

Lleno de curiosidad ante este hecho, uno de sus súbditos quiso averiguar cuál era el secreto de aquel hombre que, a diferencia de la mayoría de nobles y cortesanos, no se dejaba deslumbrar por el oro, las joyas y los lujosos objetos que le rodeaban. Tras lograr que el monarca le recibiese en audiencia privada, el hombre le preguntó: "¿Cómo hace usted, señor, para vivir volcado en la espiritualidad en medio de tanta riqueza?".

El rey le dijo: "Responderé a lo que me preguntas si recorres mi palacio con una vela encendida. Vigila que no se apague. Si lo hace, te decapitaré". Cuando el súbdito concluyó el reto, el rey le preguntó: "Y, ahora que has podido ver todas mis riquezas con tus propios ojos, ¿qué opinas de ellas?". El hombre, aún tenso tras la estresante prueba a la que había sido sometido, respondió: "No vi nada, pues solo estaba atento a que la llama no se apagase". Y el monarca sentenció: "Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado en avivar la llama de mi espiritualidad que las riquezas del mundo no me interesan nada".


Lunes y viernes

 "Si no fuera por los lunes no nos gustarían tanto los viernes".



Mujeres y Lobos

 


La tristeza

 


Una mujer estaba tan desconsolada tras la muerte de su único hijo que decidió consultar a un sabio en busca de solución a su dolor. "¿Tiene usted algún sortilegio o remedio para traer de nuevo a mi hijo a la vida y acabar con esta tristeza que me consume?", le preguntó la madre.

Tras meditarlo unos instantes, el sabio le dijo: "Tráigame un grano de mostaza de una casa donde nunca hayan conocido la tristeza. Lo utilizaremos para devolverle la alegría de vivir".

La mujer partió sin perder ni un segundo en busca de ese remedio mágico y la primera casa que visitó era una rica mansión, en un barrio residencial. Cuando preguntó a sus moradores si en ese hogar no habían conocido la tristeza, le respondieron: "¡Ha llegado usted al lugar equivocado!". Y empezaron a relatarle todas las tragedias familiares de los últimos tiempos. Así, pues, decidió quedarse para consolarlos.

Comenzó luego un largo periplo que le llevó por numerosos lugares pero en todos, ya fuesen palacios o chozas, siempre encontró historias dolorosas. Aquí y allá, tuvo que reconfortar a gentes muy diversas y, con ello, poco a poco fue olvidándose de su pena, de tal manera que, casi sin darse cuenta, ayudando a los demás había expulsado la tristeza de su corazón. 


Las palabras van al corazón

 "Las palabras van al corazón cuando han salido del corazón". Ranbindranath Tagore



Juzgar sin conocer

 


El príncipe y la semilla

 


Un joven príncipe del norte de China estaba a punto de convertirse en emperador pero, de acuerdo con la ley, para conseguirlo tenía que casarse antes. Por ello, decidió someter a una prueba a las jóvenes de su corte para elegir a la esposa adecuada. Una anciana que trabajaba como criada en palacio pensó en su hija al enterarse de esta noticia. La muchacha sentía un profundo amor por el príncipe y, aunque sabía que no tenía nada que hacer frente a otras jóvenes más guapas y ricas, ella tenía suficiente con poder estar cerca del hombre por el que lo daría todo.

Llegado el momento, el príncipe anunció cuál era la prueba que deberían superar las aspirantes a emperatriz: "Daré a cada una de vosotras una semilla; la que traiga la flor más bella dentro de seis meses se convertirá en mi esposa".

El tiempo pasó rápidamente y todas las candidatas se presentaron con flores bellísimas y de las especies más variadas, en cambio, en la maceta de la humilde muchacha no había crecido ni una triste planta. Sin embargo el príncipe, para sorpresa de todos, la escogió a ella dando esta explicación: "Esta joven es la única que cultivó la flor que la hará emperatriz; la de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles".


Vivir en las nubes

 "Lo malo no es vivir en las nubes, sino bajar".



Huellas, nunca cicatrices

 


El burrito descontento

 


Había una vez un burrito descontento. Era pleno invierno y los días de frío y lluvia le obligaban a permanecer encerrado en el establo. Además, la paja seca e insípida tampoco era de su agrado, y solo deseaba que llegase pronto la primavera para comer la fresca hierba del prado.

Llegó, por fin, la esperada primavera, aunque apenas pudo saborear la hierba porque su dueño empezó a segar todo el prado para alimentar al resto de sus animales. Y al burrito le tocó cargarla sobre su lomo, por lo que ya estaba harto de trabajar tanto y solo quería que llegase el verano.

Poco tardó en sentir sobre su piel los rayos cálidos del estío, pero entonces tuvo que transportar las mieses y los frutos de la cosecha. Y sudó y se agotó de tal manera que contaba los días que quedaban para el otoño. Empezaron a caer las hojas y al burrito le seguía esperando un duro trabajo: era época de vendimiar y de recoger otros frutos del campo, por lo que las jornadas duraban de sol a sol. Por eso, cuando el invierno hizo acto de presencia, descubrió que era la mejor época del año: no debía trabajar y descansaba y comía a placer. Y, recordando lo tonto que había sido, se dio cuenta de que para ser feliz solo hay que conformarse con lo que uno tiene.


La palabra

 "La palabra es mitad de quien habla y mitad de quien escucha". 

Montaigne



Lado bonito de las cosas


 

El desaliento

 


Corrió la noticia de que el diablo estaba liquidando sus herramientas de trabajo porque preparaba su retiro para dejar paso a las nuevas generaciones. Así, llegado el día de la venta, en el suelo de su caverna estaban desplegados todos sus utensilios: el odio, los celos, la envidia, la malicia, el engaño, y muchas otras armas para hacer el mal.

En un rincón, apartada de las demás, se encontraba una herramienta bastante más gastada que el resto. Pese a ello, llamó poderosamente la atención de todos los presentes, pero su precio era tan elevado que nadie pudo pagarlo. Extrañados de ello, le preguntaron al diablo cuál era el nombre de ese lujoso objeto y el porqué de su desorbitado coste.

Entonces, el diablo les respondió: "Esto que deseáis se llama desaliento y es tan caro porque es la herramienta más útil de todas con las que trabajo: cuando las demás fallan, con ésta puedo doblegar las conciencias más firmes y, entonces, hacer con ellas lo que me place. Muy pocos saben que poseo esta arma y por eso puedo controlaros".
Si buen hay muchas razones para caer en el desaliento (el trabajo, la familia, los amigos...), mantente siempre firme y persiste en el esfuerzo para superarlo.