El roble y la hiedra


Un hombre que había construido su propia casa decidió dotarla de un jardín que se convirtió en su remanso de paz. En medio de él, plantó un roble  que creció lentamente . Día tras día, sus raíces eran más profundas y su tronco se estiraba para atrapar la luz. Junto al muro, plantó una hiedra que rápidamente empezó a extender sus ramas ocupando toda la superficie de la pared de piedra.

"¿Cómo estás, amigo roble?", le preguntó un día la hiedra. "Bien, amiga", le contestó el árbol. "Eso es lo que respondes porque no ves el mundo como yo, desde las alturas. A veces siento pena viéndote ahí hundido en el fondo del patio", comentó la hiedra con un indisimulado aire de superioridad. "No te burles de mí. Recuerda  que lo importante no es crecer deprisa, sino con firmeza", respondió con humildad el roble.

La hiedra soltó una carcajada y siguió creciendo deprisa, mientras el roble tardó años en desarrollarse. Pero una noche descargó una fuerte tormenta que arrasó el jardín. Al amanecer, la hiedra yacía en el suelo arrancada de la pared, en cambio, el roble aguantó casi intacto. Esto llevó al árbol a reflexionar: "Es mejor crecer  fuerte sobre tus propias raíces que ganar altura rápidamente pero dependiendo de la seguridad de los demás".



Cómo es una persona





Día sin estrés





Ayer, hoy y mañana

"La pena del ayer y el miedo al mañan son los dos ladrones que nos roban el hoy".


Engaño

"Los hombres engañan más que las mujeres; las mujeres mejor".
Joaquín Sabina


La pequeña granja y la vaca


Un filósofo y su joven discípulo paseaban por los alrededores de un pueblo cuando divisaron una pequeña granja. Tras llamar a la puerta para pedir un vaso de agua, les recibió un humilde matrimonio y sus tres hijos, vestidos con pobres harapos. Al preguntarles de qué vivían, el granjero les contó que una vaca les daba leche, con la que hacían mantequilla y queso para su autoconsumo y venta.

Lejos ya del lugar, el filósofo le ordenó a su discípulo: "Regresa a la granja, coge la vaca y tírala por un precipicio". "Pero si es el único sustento de la familia", respondió el joven intentando, sin éxito, salvar al animal. Años más tarde, el muchacho, convertido en un rico empresario, volvió al mismo lugar y quedó sorprendido al ver que la granja ahora era una lujosa mansión. Aquello le provocó una enorme tristeza, pero pronto descubrió que sus propietarios eran los mismos granjeros que, empujados por la necesidad, habían empezado a cultivar algodón. Y lo que comenzó como una forma de escapar de la miseria, con el tiempo se convirtió en un próspero negocio.

A menudo, en la vida nos acomodamos a lo que nos da nuestra "vaca", pero no dudemos en tirarla por el precipicio y pasemos a la acción. Que nada nos frene para mejorar.


Gran error





La normalidad es una ilusión





Viejo

"Nunca se es demasiado viejo para fijarse otra meta o para soñar otro sueño".
Les Brown



Fuerte y poderoso

"Dominar a otros es ser fuerte, dominarse a uno mismo es ser poderoso"
Lao Tzu



La mujer perfecta


Nasrudin y su amigo hacía mucho tiempo que no se veían y, mientras tomaban un té, hablaron de lo divino y de lo humano y rememoraron cómo habían transcurrido sus vidas. Omar le contó que era muy feliz con su mujer, que le había dado tres hijos maravillosos. Como Nasrudin no explicaba nada sobre su estado civil, su buen amigo le preguntó: "Entonces, ¿nunca te has planteado casarte?".

Tras permanecer un rato callado, le confesó: "En mi juventud, decidí buscar a la mujer  perfecta que tenía en mi mente. Crucé las dunas del desierto, llegué a Damasco y allí conocí a una muchacha muy religiosa y de gran belleza, pero que no tenía ningún interés por las cosas de este mundo. Un tiempo después, atraído por los jardines del palacio de Chehei Sotún, encaminé mis pasos a otra gran ciudad, Isfahan. Paseando, encontré una mujer que conocía lo material y lo espiritual, pero desgraciadamente no era bonita. Entonces, viajé a El Cairo. Allí, uno de mis mejores clientes me invitó a cenar en su casa, donde me sentaron al lado de una joven preciosa, religiosa y conocedora de todo lo terrenal". "¿Y te casaste con ella?", le preguntó ilusionado Omar. A lo que Nasrudin respondió: "Ah, compañero, lamentablemente ella también soñaba con un hombre perfecto".

No te arrepientas





Mejor medicina





Daño

"Ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos":
Buda



Orgullo

"El orgullo es el único veneno que te puede intoxicar si no te lo tragas".



El violinista victorioso


En una época no muy lejana, vivió un violinista llamado Paganini. Muchos creían que era un artista sobrenatural y que tenía un don especial para el violín. Una noche, tras recibir una ovación delirante, empezó a tocar. Lo que siguió fue indescriptible, porque todas las notas que nacían del movimiento de sus dedos dibujaban una melodía maravillosa  y perfecta en el aire. De repente, un sonido extraño acabó con el encantamiento: se había roto una cuerda del violín. El director y la orquesta  se detuvieron y el público dejó de respirar. El intérprete siguió tocando como si nada hubiera ocurrido y todo recuperó la normalidad. Pero, otro ruido hizo enmudecer a la sala. A Paganini se le había partido otra cuerda. Sin embargo, continuó con la pieza, sacando deliciosos sonidos  del instrumento. En medio del concierto, una tercera cuerda saltó por los aires. El director se quedó pálido y Paganini, como un contorsionista musical, arrancó todos los sonidos posibles de la única cuerda que le quedaba. Espectadores y músicos se pusieron en pie y empezaron a gritar, aplaudir e, incluso, a llorar de emoción.

Aquella noche, Paganini alcanzó la gloria  y el mayor  de los triunfos, porque a lo largo de su vida había aprendido que la victoria es el arte de continuar donde todos resuelven parar.


Cómodo





Cada dolor





Felicidad sin dolor

"Todos queremos obtener felicidad sin dolor, pero no se puede tener un arco iris sin un poco de lluvia".


Riquezas

"No midas tus riquezas por el dinero que tienes, mídela por aquellas cosas que tienes y que no cambiarías por dinero".


El león y sus consejeros


El león, que nunca se había distinguido por su buen carácter, tenía el día cruzado. Iba paseando por la selva en busca de comida cuando se cruzó con una mofeta pendenciera, que se preciaba de no haber perdido ni una sola pelea con cualquier animal, por peligroso que fuese. Tras intercambiar dos o tres frases, el león y la mofeta perdieron los estribos y se enzarzaron en una disputa. El felino levantó su enorme zarpa y, a punto estaba de asestar un fatal golpe a su presa, cuando la mofeta lo roció con su fétido líquido. El león huyó con el rabo entre las patas y más airado que nunca. Tras pasar varios días vagabundeando por la selva para ver si aquel insoportable olor desaparecía, decidió pedir consejo a sus tres animales de confianza.

"Amigo oso, ¿crees que huelo mal?". Sospechando que esperaba una respuesta sincera, le dijo: "Hueles realmente mal". Y el rey de la jungla lo degolló. Llegó el turno del lobo, quien, creyendo saber lo que deseaba oír el león, susurró: "Oléis a rosas". El león no soportó semejante engaño y se zampó al lobo. Solo quedaba consultar al zorro que, sabiendo lo sucedido, se excusó: "Estoy tan resfriado que no puedo oler nada". Sabia decisión, pues cuando es peligroso hablar, lo mejor es callar.


Libro de la vida





El arte de vivir





Felices

"Felices los que nada esperan de los demás, porque nunca serán defraudados".


Montaña

"Si la montaña viene hacia ti, corre, porque se está derrumbando".