La princesa de fuego


Hubo una vez una princesa rica, bella y sabia como ninguna. Cansada de pretendientes falsos, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero. El palacio se llenó de obsequios de todas clases. Y, entre ellos, descubrió una piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. Se trataba de un joven que le dijo: "Esto es lo más valioso que os puedo entregar. Es mi corazón, duro como una piedra. Solo cuando se llene de amor, será más tierno que ningún otro". La princesa quedó tan enamorada que no se separaba de la piedra y, durante meses, llenó de obsequios y atenciones al joven, pero éste seguía siendo duro como la piedra que le había regalado. Desanimada, un día, arrojó la piedra al fuego. Al momento, vio cómo se deshacía la arena que la cubría y de su interior salía una bella figura de oro. Entonces, comprendió que ella tendría que ser como el fuego, para separar lo inútil de lo importante. Y así,  se propuso cambiar su reino: acabó con lo innecesario, las joyas, el lujo y los excesos, y libros. Todo el mundo estaba encantado con la princesa, que convirtiendo su reino en un mundo mejor, logró que el corazón del joven se ablandara y le hiciera feliz hasta el fin de sus días.


Brindis


 

Preguntas

 "No existen preguntas sin respuesta, solo preguntas mal formuladas".



La madre loca

 

En una recóndita aldea, vivían dos hermanas jóvenes que no habían podido ser madres y que se sentían desdichadas por ello pues, según un dicho del lugar, "la mujer sin hijos es una fuente de desgracias para todos". Un día llegó allí una anciana que, de puerta en puerta, pedía algo de comer. Las mujeres le abrieron su casa y la colmaron de atenciones. Antes de marcharse, la viejecita les preguntó que si no tenían hijos, pues reinaba un silencio sepulcral en aquel hogar. "No, nosotras no hemos tenido esa suerte", le respondieron.

Viéndolas tan tristes, la anciana les dijo: "Yo tengo una medicina para tener hijos, pero tras dar a luz, la mujer se vuelve loca". Una de las mujeres le confesó que a ella no le importaría tomarla si su sueño de ser madre se hiciese real, por lo que la viejecita le dio a tomar su remedio.

Pasaron unos años y la anciana regresó a la aldea y se encontró con las dos mujeres jóvenes. La que no quiso su medicina le soltó el siguiente reproche: "Tú nos dijiste que quien la tomara se volvería loca, pero mi hermana fue madre y no enfermó". A lo que la sabia abuela respondió: "Lo que yo quise decir es que una madre llorará y reirá por su criatura, la castigará y amará. Eso es ser madre y volverse loca".


Disfruta Cada Día

Círculo vicioso

 "Dibuja un círculo, después acarícialo y se convertirá en un círculo vicioso". Gracie Allen