Los demás son nuestro reflejo

 


Caín y Abel estaban paseando por la montaña y llegaron a u precioso paraje en el que había un lago de aguas cristalinas. Abel vio unos peces bajo la superficie y se acercó a la orilla para observarlos mejor. A los pocos minutos le comentó a su hermano: "Aquí hay alguien más". Aunque él lo ignoraba, se trataba de su propio reflejo.

Caín corrió a su lado y temiendo que fuese alguien violento, cogió con fuerza su bastón y se asomó a las aguas. Viendo la reacción airada de la imagen del lago, se preparó para plantarle cara en una posible pelea.

Por su parte, Abel percibió en la figura que había delante de él una amistosa sonrisa. Empezó a reírse a carcajadas y el misterioso ser del lago le respondió con el mismo gesto. De modo que, al alejarse de aquel rincón paradisíaco, Abel pensó: "¡Qué maravilla de lugar! Las gentes que habitan este lago son encantadores, amables y risueños". Sin embargo, Caín huyó de allí contrariado y con ganas de no regresar jamás: ¡Qué violentos y salvajes son los seres de este lago!", exclamaba. Esto mismo sucede en la realidad: según cómo actuemos, así será la reacción de las personas que nos rodean. Por eso, si sonreímos a los demás, ellos nos devolverán una sonrisa.


La Fantasía

No hacer nada

 "Es preferible no hacer nada y ser feliz, a hacer algo que no me gusta".



La niña y el acróbata

 


Una niña huérfana desde que su madre murió en el parto y sin familia o amigos que quisieran hacerse cargo de ella decidió vivir con un acróbata que se ganaba la vida recorriendo los pueblos más recónditos de India. Ambos crearon un espectáculo de circo con el que se ganaban la vida sin verse obligados a mendigar.

El número en el que se habían especializado consistía en que la niña trepase por un largo palo que el hombre sostenía con fuerza. Con esta arriesgada pirueta, la pequeña se jugaba la vida día tras día. Por eso, el acróbata le dijo: "Amiga, para evitar que suframos un peligroso accidente,lo mejor será que, a partir de ahora, siempre que hagamos nuestro número, yo me ocupe de estar pendiente de cada uno de tus movimientos y tú supervises todo lo que yo haga. Así no correremos peligro".

La niña se lo quedó mirando con sus ojos grandes y expresivos y le contestó: "No, eso no creo que sea lo más acertado. Yo me ocuparé de mí misma y tú de ti. Así, estando cada uno pendiente de lo que hace, evitaremos el peligro".

Ésa es la clave. En la vida es genial contar con los demás, pero para avanzar seguro hay que centrarse en uno mismo y librar las propias batallas en lugar de intervenir en las ajenas.



Vigila

Instrumentos musicales

 "Las personas somos como instrumentos musicales, si sabes tocarlos puedes sacar de ellos melodías perfectas, pero la mayoría de las veces andamos por el mundo completamente desafinados, tocando cada uno una partitura diferente, que el otro no conoce".